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PARÍS

31 ENERO - 4 FEBRERO 2008




VERSALLES

EL VIAJE
EN CASA DE MONIQUE

MUSÉE D'ORSAY
LOUVRE
MONTMARTRE



La visita a Versalles era un punto importante del viaje. Cynthia había estado en el castillo en su anterior viaje y guardaba lindos recuerdos de él, por lo que quería reconocer los lugares visitados.

Esta vez el traslado exigía un poco más porque saldríamos de París. Por razones económicas Cynthia había preparado un cocaví consistente dos sandwishes de queso brie con rodajas de pepino y dos mandarinas. Según instrucciones teníamos que llegar al paradero del cementerio, cruzar el puente hasta llegar a una estación de metro. Allí tomar el metro hasta la estación Les Invalides y allí comprar el pasaje al tren que nos llevaría a Versalles. El viaje duró media hora. Todo bien so far.
El castillo no está muy lejos de la estación de trenes, tal vez unas 4 o cinco cuadras hacia la derecha. Luego aparece el imponente palacio hacia la izquierda. Había una enorme cola para comprar los boletos para visitar las pocas salas abiertas al público del castillo. Por los parlantes anunciaban que la visita a los jardines y al Gran Trianon era gratis.

Pagamos 11 euros por la entrada.

Originalmente, le Chateau de Versailles no era más que una casa de campo modesta mandada construir en 1624 y reconstruida en 1631 por Luis XIII. Allí solía ir de caza y descansar de la ajetreada vida de París. Entre 1961 y 1681 Luis XIV realizó obras de gran evergadura. Ya en mayo de 1682 estableció la Corte y el Gobierno en Versalles, que permanecieron allí hasta el 6 de octubre de 1789, fecha en que la familia real, amenazada por los revolucionarios, tuvo que volver a París. Versalles fue la capital de París y fuente de las artes por más de 100 años.

Versalles fue saqueado por la revolución y restaurado por Napoleón y Luis XVIII, pero ninguno de los dos alcanzó a vivir en el palacio. El palacio iba a ser abandonado y tal vez destruido cuando Luis Felipe (descendiente de Luis XIII, último rey de Francia entre 1830 y 1848) decidió transformarlo en un museo dedicado a las glorias de Francia.

Cynthia sabía todos los chismes del palacio, y las intimidades de María Antonieta (ambas habíamos leido la biografía escrita por Stefan Zweig y al parecer nos había impresionado con la misma intensidad). Mientras recorríamos las habitaciones de sus Reales Majestades comentábamos la vida disipada de María Antonieta y los sucesos que la llevaron a la guillotina. Naturalmente estuvimos en la habitación de la reina, qué cantidad de historias esconderán esas paredes!! Tal vez hasta el conde sueco Hans Axel de Fersen estuvo entre las sábanas de la dorada cama, que desde luego serían otras porque del castillo de esos años queda el esqueleto. Pobre Fersen, movió el cielo y la tierra para salvar a su amante sin poder conseguir que fuera guillotinada el 16 de octubre de 1793. El mismo no tuvo una muerte muy afortunada, si la muerte tiene algo de afortunado; murió lapidado y pisoteado el 20 de junio de 1810 en Estocolmo por razones que nada tienen que ver con María Antonieta....

Ya forma parte de la rutina pasar a la tienda del museo y comprar alguna cosa. No encontramos nada que nos pareciera interesante sobre María Antonieta, excepto un par de libros en francés, que no es nuestro idioma más fuerte. Yo encontré un puzzle del cuadro de la coronación de Napoleón para Héctor y un calendario para Melania, que también había estado leyendo un libro sobre la vida de Fersén.

Los sandwishes los comimos en el trayecto del palacio al Gran Trianon. El pequeño Trianon estaba en reparaciones...once again para Cynthia, que la vez anterior tampoco pudo verlo por la misma razón.

El Gran Trianon

El Gran Trianón forma parte de una serie de palacetes que Luis XIV mandó construir alrededor de Versalles. En 1668 había comprado un pueblo llamdo Trianón, donde dos años más tarde Luis Levau construyó un pavellón adornado de lozas blancas y azules que le dieron el nombre de Trianón de Porcelana. En 1687 el pavellón amenazaba con caerse y lo derribaron para construir un edificio que llamaron Trianón de Mármol, por las pilastras de mármol de Lnaguedoc. El nuevo palacio empezó a ser llamado Gran Trianón a partir del siglo XVIII para diferenciarlo del Pequeño Trianón.

El Gran Trianón fue abandonado después de la construcción del Pequeño Trianón, pero bajo Luis XVI sirvió de anexo para alojar a los infantes de Francia. Durante la revolución se dispersaron los muebles, pero se preservó el edificio. Napoleón I lo mandó restaurar y lo destinó primero a Madame Mère y luego de casarse con la archiduquesa María Luisa, el Emperador ocupó el Trianón. En el Segundo Imperio el Gran Trianón es abandonado.

Cuando el palacio estaba en ruinas el General Charles de Gaulle propuso usarlo para recibir visitas oficiales y actos importantes. Entre estos últimos se enmarca la cena con la que Sarkozy celebró su bullado matrimonio con Carla Bruni la noche anterior a nuestra visita....lo cual explica las latas de cerveza y colillas de cigarrillo que había por todos lados...

El jardinero-arquitecto Le Nôtre, en colaboració0n con Le Brun y Mansart, creó y organizó los jardines, que ya habían sido esbozados bajo Luis XIII y que lograron su apogeo con Luis XIV.

Aunque la vista de los jardines es impresionante, hay que considerar que es invierno y que con seguridad en primavera y verano se verán en todo su esplendor, y con las fuentes de agua funcionando.

Al día siguiente de nuestra visita leí que ese mismo domingo Sarkozy había estado paseándose por los jardines.... lástima que no lo divisamos.

El cansancio acumulado no nos permitió llegar hasta el Pequeño Trianón, ni siquiera para verlo por fuera, menos a la aldea, estábamos al borde del colapso. Hicimos el camino de regreso sin problemas ... hasta la estación del metro final. Nos dimos cuenta que en ese lugar convergen al menos 6 calles...y no recordábamos por cuál habíamos aparecido. Seguimos una que nos pareció la indicada, pero pronto comprobamos que no era, me parecía sin vida. Saqué el librito de calles, con letras tan pequeñas que hubiera necesitado un telescopio para poder leer algo...y una linterna porque estaba oscuro. Después de un buen rato intentando ver dónde estábamos y dónde teníamos que ir optamos por una calle que felizmente nos llevó al puente, el cementerio y Rue des Abbesses.


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