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OSLO

24-26 ENERO 2008

El viaje a Oslo estuvo precedido de una inesperada estadía en Copenhague. Nos alojamos en el hotel Astoria, ubicado a unos pocos metros de la estación central de Copenhague, por el que pagamos 1150 DKR, una pequeña fortuna. Nos levantamos a las 5:45 para tener tiempo de ducharnos, desayunar y llegar a tiempo de llegar al aeropuerto de Kastrup.

El check in no presentó ningún problema por lo que nos dirigimos directamente a hacer la cola para pasar por los controles policiales. Esperábamos que el personal cumpliera con su deber y siguiera las instrucciones del reglamento sometiéndonos a los registros del caso. Comprabamos el relajo en el cumplimiento del deber porque pasamos sin ser registradas, como corresponde. Esta situación nos dejó algo preocupadas por lo que podría ocurrir (o no) en Gardemoen, el aeropuerto internacional de Oslo.

El principal objetivo del viaje era ver a Héctor...

Salimos de Kastrup a las 8:30 de la mañana y llegamos a las 9:45 a Gardemoen. Allí tuvimos que esperar un tren que nos transportó a Oslo; el viaje debe haber durado unos 45 minutos. Según las insrucciones teníamos que bajarnos en la estación Nationaltheatre. Al salir no encontramos ningún tipo de información que nos ayudara a ubicarnos en relación al lugar donde nos hospedaríamos por lo que al salir tomamos un taxi. Mi visita anterior a Oslo no me sirvió mucho para entender dónde estabamos.

Teníamos reserva de 3 noches en la Residence Kristinelund ubicada, coincidentemente, en la calle Kristinelund Nr 2. Nuestra habitación estaba en el tercer piso y aunque era temprano pudimos tomar posesión del lugar sin problemas.
Residence Kristinelund....y Cynthia
Después de acomodarnos en nuestro dormitorio y hacer inspección del piso salimos a recorrer la ciudad en espera del contacto de Héctor. La caminata desde la Residence al centro tomaba casi una hora a paso de tortuga: el suelo tenía una capa de hielo que hacía difícil el caminar, Cynthia iba con sus botas taco aguja, completamente inadecuadas para este tipo de proyecto turístico y yo recién me estaba acostumbrando a caminatas después de mi operación .... y hacía muucho frío.

Nuestra penosa caminata estuvo sazonada con mucho humor, lo cual hizo más llevadera la gesta...

En el camino entramos a muchas tiendas buscando zapatos adecuados para Cynthia. El que ella calce 33 no hacía fácil la tarea, menos en países de gente grande.



Cynthia a un costado del Palacio Real. Decidimos no entrar en esta oportunidad porque estabamos concentradas en la búsqueda de zapatos.
Cynthia frente al NationalTheatre
Cynthia frente a la Universidad

Caminamos hasta el lugar donde había estado en mi visita del año pasado. Recordaba un muelle cerca del ayuntamiento con lindos restaurantes. En el camino pasamos por el museo de Henrik Ibsen, donde compré un libro con las obras Casa de Muñecas y el Pato Salvaje (que lei durante nuestro viaje a París días más tarde).

Henrik Ibsen es considerado el más importante dramaturgo noruego. Nació el 20 de marzo de 1828 en el puerto de Skien, pequeña ciudad al sur de Noruega y murió el 23 de mayo de 1906 en Cristianía (actual Oslo).

Es uno de los autores que más ha influido en la dramaturgia moderna, padre del drama realista moderno y antecedente del teatro simbólico.
En su época, sus obras fueron consideradas escandalosas por una sociedad dominada por los valores victorianos, obras que cuestionaban el modelo de familia y de sociedad dominante. Sus obras no han perdido vigencia y es uno de los autores no contemporáneos más representado en la actualidad.
Al llegar al sector del muelle nos metimos en un mall y seguimos la búsqueda de zapatos. En absoluta contradicción con mis principios pero acorde a mi billetera almorzamos unas hamburguesas en un Mc Donalds (que los dioses me perdonen!!).

Cuando empezaba a oscurecer emprendimos el camino de regreso a esperar el llamado de Héctor, que trabajaba hasta las 10 de la noche.

Llegamos en un estado lamentable. Nos tiramos en las camas a vegetar un rato largo e intentamos ver televisión, había sólo dos canales locales, pero no recuerdo qué vimos, si es que vimos algo.

Tal como habíamos acordado, Héctor llamó a las 22 y fue a la residencia a encontrarnos. Cynthia salió como bala a encontrarlo en el paradero donde nos esperaba. Por mi estado calamitoso llegué segunda....

Me dio mucho gusto ver a mi hijo. Lo extraño mucho y me gustaría poder verlo más seguido. Extraño el tiempo en que mis hijos eran pequeños y jugaban en casa donde yo los veía.

Héctor está trabajando en una empresa de correos. Tiene jornadas de hasta 12 horas, un trabajo duro pero pagan muy bien. Está recién cambiado cerca de la estación central. Se ve lindo y está contento de estar logrando lo que quiere, y eso me da mucho gusto. Emigrar en busca de nuevos horizontes es una desición muy valiente.

Cuando nos encontramos estuvimos un ratito en la residencia, que es como un hostal, nuestro piso tenía 4 dormitorios, un baño, una cocina pequeña y una sala cómoda. Salimos un rato a comprar unas pizzas en un 7Eleven y las calentamos en el micro....no son las mejores pizzas que he comido pero tenían el valor de la compañía.
El encuentro con la tía estuvo simpático. Fue divertido ver a la diminuta Cynthia al lado del sobrino, que es un enorme hombre. Ella lo no veía desde hace muchos años, sin duda fue un lindo reencuentro.

Al día siguiente bajamos al comedor luego de nuestra ducha matinal. Nos sentamos en la misma mesa donde estaban desayundando los chiquillos que ocupaban una de las habitaciones de nuestro piso. No quisimos hablar con ellos así es que nos enfrascamos en nuestros temas de alto vuelo...no faltaba más!
El segundo día Héctor empezaba a trabajar a las 3 de la tarde y quedamos de vernos al medio día y almorzar juntos. De camino al nuestro encuentro pasamos por el Palacio por si estaban invitando a café, ese día también hacía frío. Al parecer no había nadie en casa porque todo se veía cerrado, además había unos milicos con plumeros negros en la cabeza cuidando el palacio. Estaban inmóviles. Nos preguntábamos si estarían congelados. De pronto empezaron a moverse al compas: uno, dos, tres, cuatro, cinco....veinte pasos hacia la izquierda y vuelta. nuevos veinte pasos hacia la derecha. Repitieron el ejercicio un par de veces y finalmente quedaron nuevamente inmovilizados.

Cynthia los siguió en la caminata, segura de que ya era parte del team. Como se veían tan contentos de nuestra compañía decidimos volver más tarde a mostrarle las fotos y si estaban en pausa tomarnos un café con ellos e intercambiar números de teléfono y e-mails.

Nos encontramos en la estación central, luego de una interminable caminata, más larga que la del día anterior. El tramo desde el Teatro Nacional y la estación es bastante largo, un detalle que no recordaba. En mi visita del año pasado había llegado en tren a esa estación y Héctor me había ido a buscar, pero nos habíamos movilizado en bus. Ahora no nos atrevíamjos a tomar bus para no perdernos.....y por tacañas. Da escalofríos gastar 30 NOR por un pasaje, eso es 2400 Ch/pesos.

Nuevamente un encuentro emotivo entre Héctor y la tía Cynthia. Héctor nos invitó a un restaurante chino y comimos rico. Hicimos recuerdos y charlamos de todo un poco.
Ciertamente las fotos de la derecha arriba e izquierda abajo no son lo que se podría calificar como aceptables, pero es lo que hay como registro de nuestro almuerzo....

Héctor tuvo que dejarnos para ir a su trabajo pero quedamos de encontrarnos en la noche para cenar. Eso significó en términos de caminata arrastrarnos a nuestra hostal y regresar a encontrarnos con Héctor.

En el camino compramos por fin unas botas de nieve que estaban en REA. También entramos en una tienda ZARA y compramos unas bluzas, Cynthia compró una para ella y yo compré una para Monique. También pasamos por una panadería a la que había ido con Héctor antes y compartimos un croissant relleno de chocolate caliente y un jugo.
En casa nos acostamos a dormir la siesta y reponer energías para nuestro reencuentro con Héctor. La recuperación de fuerzas funcionó regular, pero volvimos caminando a la estación central. Héctor nos fue a buscar y nos llevó a su nuevo departamento, se duchó y salimos a cenar. Esta vez nos llevó a un restaurante vietnamita. Cynthia por fin comió un arroz wan tan, yo comí pollo con arroz y Héctor carne.

Lindo el encuentro con mi hijo. Siempre quisiera más pero es lo que hay. Nos despedimos en una calle cercana a la estación y con Cynthia emprendimos el regreso, ya con el piloto automático porque yo no tenía conciencia de mis piernas.

El vuelo de regreso era a las 8:50 por lo que tuvimos que madrugar una vez más para llegar a tiempo (y nos perdimos el desayuno). Pagamos algo más de 1800 SEK por la estadía. No nos gustó el baño y mi cama tenía los resortes a punto de encrustarse en mi espalda.

Afortunadamente no tuvimos problemas en llegar. Caminamos hasta la estación del metro y allí tomamos el tren rápido al aeropuerto. Alcanzamos a comprar un café y un sandwish antes de subir al avión. Pudimos comprobar que el personal noruego cumple muy bien con su deber. Fuimos registradas prolijamente....para nuestra satisfacción.