Cuando Signe Euphemia nació en Konga, Alfred ya era arrendador de Sonnarp 11. Me acuerdo muy bien porque quedó registrado en el libro parroquial; aunque no nos fuimos a vivir a Sonnarp hasta 1907. Para entonces habían nacido Bror Otto, Signe Enphemia, Emelie Josefina, Elsa Emilia och Ella Valborg; tenían entre 3 y 15 años. Yo había tenido más hijos pero no habían sobrevivido mucho tiempo; cada uno había dejado una espina clavada en lo más profundo de mi corazón, pero había tenido que aprender a vivir con ellas: tenía otros hijos que atender. Los hijos habían nacido en distintos lugares, pero no muy lejos de Sonnarp, donde pasaría los últimos 44 años de mi vida. No entiendo cómo cabíamos en la casita, a los niños pequeños les gustaba jugar y correr por todos lados. Bror Otto tenía casi 16 y estaba por dejar la casa; quería trabajar en un campo de Norra Skrävlinge, donde vivían mis padres.
Alfred había nacido en Billige cuando el padre trabajaba de guardabosques; pero tanto su papá, como su abuelo y su bisabuelo habían nacido en Konga. Allí también habían nacido Bror Otto y Signe Enphemia, cuando Alfred trabajaba en Knutstorp, de propiedad de los Brahe. Decían que hacía varios siglos allí había nacido un señor que se había hecho famoso por mirar las estrellas. Extraña ocupación, pero cuando uno tiene la fortuna de nacer en cuna de oro puede dedicarse a los oficios más extraños, y hasta hacerse famoso! Había otras familias de mucho dinero por aquí aparte de los Brahe. Los del castillo de Trolleholm, que no queda muy lejos de acá en realidad. Qué enorme castillo, me pregunto si alguna vez usarían todas las habitaciones.
Alfred no había tenido esa suerte así es que desde los 17 había ido de finca en finca trabajando de peón a cambio de techo, comida y poco más que producían en el lugar. Plata contante y sonante veia poco. Como todos los peones se cambiaba de finca la tercera semana de octubre y ya el 1 de noviembre empezadan con el nuevo patrón, siempre esperanzados de que les iría mejor. Esa última semana de octubre era la única que tenían libre en el año.
Alfred y yo nos habíamos conocido en 1887 en la fogata de Valborg, al inicio de la primavera, por eso le pusimos Valborg a Ella de segundo nombre. En ese tiempo Alfred era peón en un campo de Norra Skrävlinge, el mismo donde trabajaba mi padre y donde vivíamos mi madre, mis hermanos y yo. Al año siguiente de conocernos nos casamos, él tenía 23 años y yo 21. Quién lo diría, eramos jóvenes, bellos y estábamos tan enamorados. Desde el mismo día que me casé empecé a llamarme Emelie Wernberg en vez de Emelie Persson como me había llamado desde que que vine a este mundo. Era raro al principio, pero como dice la gente: uno se acostumbra a todo. Tengo el mismo nombre que mi suegra Emelie, pero ella tenía Mathilda de segundo nombre. Bauticé a dos de mis hijas como Emelie, una por mi suegra y otra por mí misma.
A Bror Otto se le había metido en la cabeza irse a vivir con la abuela Elna y el abuelo Nils y ellos estaban felices de tener al chico con elllos, les hacía compañía ahora que todos habíamos dejado el hogar y formado nuestras propias familias. Bror Otto empezó a trabajar en una finca del sector y se sentía bien con los abuelos pero venía a casa casi cada semana. A veces venían los tres y entonces era fiesta porque los otros niños tenían la oportunidad de ver a sus abuelos y yo me sentía contenta de ver a mi mamá y a mi papá. Cuando Bror Otto conoció a la que sería su mujer las visitas se hicieron más esporádicas pero cuando venía todos nos poníamos contentos.
Alfred trabajaba duro en el campo y yo me encargaba de la casa y la familia. Con tanto hijo apenas tenía tiempo de trabajar un poco en la ordeña. En las tardes, cuando había acostado a los niños, Alfred y yo acostumbrábamos sentarnos en la cocina a comentar los acontecimientos del día. Me gustaban esos momentos, eran muy nuestros. Alfred trabajaba también los sábados y los domingos íbamos a misa en Ask con todos los niños: era el paseo de la semana. No era fácil durante los días fríos del invierno pero todos estaban felices de hacer algo juntos. Los niños se peleaban por ir de la mano del papá. Eran años felices.
Con el tiempo, todos los hijos dejaron la casa y sólo quedamos Alfred y yo, qué grande se sentía la casa! Los hijos formaron familia y tuvieron hijos propios, y hasta nietos. Venían con frecuencia, a veces uno, otras veces todos a la vez y entonces Alfred y yo andábamos con una sonrisa de oreja a oreja. Me acuerdo de cuando Ella Valborg apareció con una motocicleta!. Era como una pesada bicicleta que hacía tremendo ruido. Ella Varlborg parecía tan feliz; trató de convencerme de dar una vuelta con ella pero yo jamás iba a arriesgarme a sentarme en una cosa tan estrambótica. A veces alguien venía con una cámara y tomaba fotos, que luego Alfred y yo mirábamos cuando nos seníamos solitos: mi hija y yo, su marido y los nietos frente a la casa, Bror Otto con sus juegos acrobáticos, el pequeño Henry apoyado en una silla cuando apenas se atrevía a dar sus primeros pasos, Signe Enphemia y Elsa Emilia en la puerta de la cocina. Aquí están las nietas en el jardín el día que celebramos el midsommar con toda la familia. Qué fiesta! Me trajeron un hermoso canastilo de flores y una torta de frutillas que disfrutamos todos con el café. Alfred había cosechado papas nuevas y hasta había conseguido algo de arenque. Pero había mucho más. Signe Enphemia y Elsa Emilia habían guiado a los menores para hacer el palo del midsommar. La fiesta más importante de Suecia celebra el día más largo del año; luego empiezan a acortarse hasta llegar al día más corto y la noche más larga en diciembre. Qué cosas más raras pasan a causa de la luna y el sol, se ocuparía de estas cosas también el señor de las estrellas?
Escuchaba murmurar y reir a las chicas mientras trenzaban las ramas y las flores con las que iban adornando la vaya y los círculos. Luego se tejieron coronas de flores y todos bailamos alrededor del palo, como cada año. ...¿Cómo se va a perder ese recuerdo?
Era de esta ventana que miraba a Henry lavarse fuera de casa durante una de sus visitas? Tantos recuerdos pero nada parece igual. Apenas reconozco la casa. Qué pudo haber sucedido? Me acuerdo muy bien que dejé todo en orden cuando me llevaron a Ask, no sé bien a qué. Me agradaba mi casa. Me sentía un poco mal, de eso me acuerdo, pero me estaba mejorando, o al menos eso me parecía. Todo está convertido en un montón de escombros... mi hermosa casita, quién pudo hacer esto? y por qué no reaccioné antes? Un árbol ha crecido justo frente a la puerta de entrada, parece una barrera contra intrusos, aunque parece inutil: alguien ha vandalizado mis pertenencias... mi vida!
Todo está roto y tirado por todos lados. Una virgen María decapitada parada sobre una cajonera vigila desconsolada lo que queda de la casa. En esa cajonera encuentro las fotos que Alfred y yo acostumbrábamos a mirar cuando nos sentíamos solos. Alfred? Estás en la cocina? En realidad era Alfred el que preparaba el café mientras yo acostaba a los niños antes de disfrutar de nuestro momento solos cada tarde. Las paredes se ven extrañas. Alguien ha tratado de renovar la casa pero la ha dejado a su suerte. Partes de mis finas sillas están desparramadas por el dormitorio. El ático tiene un piso nuevo, pero el techo tiene un hoyo gigante que atravieza el piso del ático y llega a la sala. En un rincón veo el baúl donde guardaba la ropa de cama. Es más viejo que yo pero parece ser lo único que ha logrado sobrevivir los cambios, movimientos y vandalismos. No me acuerdo a qué nombre pertenecen las letras, la memoria falla a veces.
Cómo pueden desaparecer todas estas vidas de la memoria del mundo? Está listo el café Alfred? A través de las sucias cortinas de la cocina veo algunos intrusos pasearse por el jardín y tomar fotos. Hablan entre ellos y tratan de mirar a través de la ventana. Dónde se metió Alfred? Bror? Signe? Elsa? Ella? Emelie? Nadie contesta.
Siento que los intrusos se acercan a la puerta. Dios mío! No pueden verme en este desorden! Consigo abrir la puerta de la cocina y dejar la casa en el mismo instante en que los intrusos entran por la puerta principal y continúan su paseo por lo que queda de mi mundo...
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